domingo, 28 de septiembre de 2014

EL MOVIMIENTO ES RELATIVO


¿Te ha sucedido en alguna ocasión que estando sentado en el asiento de un coche has tenido la sensación de que te movías cuando en realidad era el vehículo de al lado el que se desplazaba?

Hay muchas situaciones en las que parece que nos movemos cuando realmente es algo de nuestro entorno lo que se mueve: observando la corriente de agua de un río desde un puente podemos tener cierta sensación de mareo porque parece que nos desplazamos; mirando desde la ventanilla de un tren parado en la estación al tren del andén cercano cuando éste arranca para marcharse, puede parecernos que somos nosotros los que nos movemos,…

En una ocasión, cuando el autobús en el que viajaba estaba detenido en un gran atasco mientras caía una intensa tromba de agua y la carretera comenzaba a parecerse a un río, un pasajero gritó asustado que el autobús se movía arrastrado por el agua. En realidad el vehículo permanecía quieto pero el pasajero tuvo la sensación de que se desplazaba al mirar el agua que fluía por la carretera. Era el agua la que realmente se movía y provocaba esa preocupante sensación en quien la observaba.

La razón de todas estas confusas sensaciones que se describen en los párrafos anteriores hay que buscarla en una de las características del movimiento, un fenómeno físico muy conocido y experimentado por cualquiera y, que sin embargo, nos engaña en muchas ocasiones.

Decimos que algo se mueve cuando cambia de posición a lo largo del tiempo. Pero, ¿qué significa físicamente cambiar de posición? Podemos decir que cambiar de posición es modificar la distancia a la que el móvil se encuentra del observador que percibe su movimiento, ocupando los sucesivos puntos de una línea imaginaria descrita durante dicho cambio de posición, la trayectoria.

Son múltiples las situaciones en las que puede hallarse el observador de un movimiento y múltiples las percepciones que de dicho movimiento puede tener. Por lo tanto, una misma situación de movimiento puede ser descrita de forma diferente según la situación o percepción del observador que lo describe. Esto significa que el movimiento es relativo, o sea, que depende del punto de vista del observador de dicho movimiento.

Por eso, cuando miramos desde un tren parado en la estación al interior de un tren del andén próximo cuando éste comienza a moverse, tenemos la sensación de que lo que vemos dentro de ese tren está en reposo y que es nuestro tren el que se mueve. No obstante, si miramos inmediatamente a un cartel de la estación, que sabemos con seguridad que está quieto, inmediatamente percibimos que no es nuestro tren el que se mueve y que es el tren cercano el que lo hace.

Así mismo, cuando miramos a un río desde un puente, si nos fijamos en un punto fijo del cauce – una roca, por ejemplo – percibimos como el agua se mueve a su alrededor. Sin embargo, si miramos directamente el agua, podemos tener la sensación de que ésta está quieta y que somos nosotros los que nos movemos. Esa misma sensación es la que tuvo el pasajero que se asustó en el autobús parado durante la intensa lluvia, cuando miró por la ventana.

La relatividad del movimiento se pone de manifiesto en otros aspectos relacionados con su descripción, como pueden ser la velocidad o la trayectoria. Por ejemplo, es fácil comprender que la velocidad puede verse afectada por la situación del observador. Así, la velocidad que atribuimos a un coche que se mueve hacia nosotros es mayor cuando lo observamos desde nuestro coche si éste se desplaza aproximándose a él que si dicho coche lo observáramos quietos, de pie en la acera. En el primer caso, la velocidad del vehículo que viene hacia nosotros la percibimos como mayor porque se suma con la de nuestro propio coche.

En el siguiente vídeo se presentan diferentes animaciones para explicar la velocidad o trayectoria de determinados movimientos, descritos desde el punto de vista de observadores en diferentes situaciones.

 VÍDEO - El movimiento es relativo